La informática del futuro

Los ordenadores del futuro tendrán formas insólitas y flexibles, moldeables para ajustarse a cualquier forma y objeto.

El profesor de la Universidad Informática de Queen Roel Vertegaal desarrolla actualmente en su laboratorio prototipos de hardware «no plano», de tal forma que adoptarían formas flexibles y variables y, además, responderían al tacto o se modificarían de tal forma que la tecnología antes intransportable podrá guardarse en un bolsillo convertida en un aparente papel.

Interactive Blobjects

El conceptos, denominado «Interfaz orgánico«, ya comienza a vislumbrarse en la nueva generación de ordenadores y a protagonizar artículos en algunas de las revistas más importantes del sector. «Estamos hablando de una auténtica revolución de la interacción humano-ordenador», aseguró en la web del centro en declaraciones recogidas por otr/press.

Los actuales diseños rectangulares de sobremesa pasarán a la historia si los avances dan sus frutos. Una de las pretensiones más ambiciosas del equipo de la Universidad de Queens es encontrar una forma de encontrar circuitos de transmisión flexibles a través de LEDs orgánicos que permitirán crear papel electrónico formado por diminutas cápsulas de tinta polarizadas que, en función de las emisiones eléctricas atraiga o repela las partículas de luz para configurar un documento, por ejemplo.

Informática en cualquier parte

La intención de Vertegaal es diseñar «computadoras que ajusten su forma» con el objetivo de que «trabajen cada vez más adaptándose al entorno». Así, las curvas y la flexibilidad serían sólo dos características de la informática que llega y que, según el investigador, podría transformar «hasta una taza del café».

Además, gracias a esta tecnología aún en pañales, objetos tan ordinarios como una sábana podrán convertirse en ordenadores improvisados si los dispositivos se proyectan sobre ellos. Interactuar con la ropa de cama o con una lata de refresco está, a juicio de Vertegaal, cada vez más cerca. De esta forma, se rompería definitivamente la frontera entre el hardware y el entorno que nos rodea, hasta tal punto que los «gadgets» u ordenadores adoptarían formas impensables y se encontrarían en los objetos más cotidianos.


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