En busca del Sol escondido

Annia Domènech

28-07-2008

Entrevista a Serge Koutchmy

Serge Koutchmy lleva persiguiendo eclipses desde hace treinta años, mucho antes de que se convirtieran en una excusa perfecta para realizar un viaje. Astrofísico emérito del Institut d’astrophysique de Paris, CNRS & Univ. P. & M. Curie, continúa en activo estudiando el Sol y, cómo no, especialmente cuando la Luna lo esconde. Próxima cita: el 1 de agosto de 2008.

¿Podría recorrer el camino de este eclipse con nosotros?
Comenzará con la salida del Sol en el extremo de Canadá, pasará sobre Groenlandia, llegará a Siberia atravesándola de norte a sur. De ahí irá a un punto coincidente entre Rusia, Mongolia y China, justo al lado de otro compartido por Kazakhstan, Rusia y China. Acabará junto al desierto de Gobi: el Sol se pondrá cerca del centro espacial chino de Jiuquan, de donde parten los cohetes Shenzhou.

¿Qué se necesita saber para observarlo?
La duración de la totalidad será de unos dos minutos, y llegará a las 10:50 h en Tiempo Universal, las 12:50 en la mayor parte de la Europa continental (11:50 h en las Islas Canarias). Para observarlo: un filtro solar para las fases parciales, como un cristal del soldador, y unos buenos prismáticos para la fase de totalidad son suficientes para realizar un magnífico estudio visual. Si hay acceso a telescopios, mucho mejor.

Entre todos los lugares que «pisará» la sombra de la Luna, ¿dónde hay más posibilidades de verlo bien?
Para nosotros, los países candidatos eran Rusia, Mongolia y China. El objetivo era escoger el lugar con mayores posibilidades de cielo claro durante el eclipse, especialmente en la fase de totalidad. Para ello, primero se realizó un estudio por satélite del macroclima a finales del mes de julio y principios de agosto en esos lugares durante diez años para ver donde había normalmente menos nebulosidad, y resultó ser por Mongolia, en el desierto de Gobi.
Después se analizó en detalle el microclima de la zona de la totalidad. Se tuvo en cuenta en cada lugar la altura del Sol durante el eclipse: interesa que esté lo más alto posible, pues cuánto más bajo mayor es la probabilidad de que las nubes, si las hay, lo escondan al ocupar todo el horizonte, en un efecto geométrico fácil de constatar. La atmósfera terrestre es molesta para las observaciones. También la hora del eclipse era importante, pues está relacionada con la meteorología.

¿Y en qué lugar se encontrarán usted y su equipo?
Cerca de la ciudad universitaria de Byisk (Siberia). Habiendo analizado los factores de los que he hablado, allí se encontró un microclima muy favorable, con opciones de cielo claro del 70-80%, y con un Sol durante la totalidad a 29º; por eso vamos.

La utilidad científica de los eclipses es puesta con frecuencia en entredicho. ¿Qué opinión le merece esto?
Es cierto que hay gente que no comprende que los científicos continúen yendo a observar eclipses. Piensan que lo hacen por la aventura, porque es bonito, poético, etc. Pero no se dan cuenta de que, después de ver dos o tres, deja de serlo.
Por supuesto, cada persona puede tener su opinión. Para rebatirla, lo importante es que haya resultados científicos: casi la mitad de los conocimientos actuales sobre la corona solar proceden de su observación durante los eclipses (cuando es visible y muy brillante), incluyendo su estructura, temperatura, expansión y origen del viento solar.

¿Por qué la ciencia empezó a interesarse por los eclipses?
Al principio se iba a ver eclipses por la mecánica celeste, no para conocer el Sol. Kepler, que estableció que las órbitas de los planetas son elípticas en las leyes que llevan su nombre, fue también uno de los primeros en hablar de eclipses.
Ptolomeo ya sabía predecirlos con su modelo geocéntrico, que todavía hoy se utiliza. La razón de ello es que es más sencillo para realizar los cálculos que el heliocéntrico, pues requiere considerar sólo dos cuerpos en lugar de tres. Se cree que una de las razones por las que el modelo de Ptolomeo fue aceptado durante 1.500 años es porque su fiabilidad prediciendo eclipses lo validaba.

Explíqueme qué conocimiento se ha obtenido observando este fenómeno.
Un gran descubrimiento para la física, no sólo la astrofísica, que tuvo lugar gracias a los eclipses fue el de un elemento químico nuevo: el helio. En el espectro obtenido durante este fenómeno en 1860 se vieron líneas desconocidas (las «huellas» en la radiación de un objeto celeste permiten conocer su composición). Se llamó helio a esas líneas porque ese algo estaba en el Sol. Hubo que esperar cincuenta años para su identificación, que se logró al extraerse en una mina un gas cuyo espectro coincidía con las líneas vistas.
El helio es un gas extremadamente raro en la Tierra, aunque muy abundante en el Sol y en el Universo, donde es el elemento más común después del hidrógeno (con un protón y un electrón, el gas más simple). El helio, que tiene dos protones y dos neutrones, es cuatro veces más pesado, y se defiende incluso que se originó durante el Big Bang.

Supongo que la corona, como no es visible habitualmente, ha sido conocida gracias a este fenómeno.
La estructura que vemos de la corona solar representa el campo magnético alrededor del Sol. Y es cierto que los primeros científicos que afirmaron que el Sol era magnético observaban eclipses. Fue en 1872, casi veinte años antes de que se midiera el magnetismo en las manchas solares. Se dieron cuenta de que la corona solar semejaba el sistema de líneas de fuerza que produce una barra magnética: una especie de plumas salen de los polos de la estrella en una estructura que se cierra en el ecuador. Entonces se dedujo que el Sol era un rotador magnético: gira e induce el campo magnético.
Los eclipses también permitieron medir la temperatura de la corona solar. Durante los mismos, se vio que el espectro de la luz blanca de la corona, que es luz solar difundida, correspondía sólo aparentemente al del Sol. Visto con detenimiento se apreció que no había líneas, estaban todas borradas, lo que significa que las partículas, los electrones que difunden la radiación del Sol, tienen velocidades muy grandes. Midiendo cómo y cuánto estaban borradas, correspondían a velocidades de entre 5.000 y 10.000 km/s, y éstas a temperaturas de 1 a 2 millones de grados.
Una línea verde cuyo perfil había sido observado, aunque no estaba identificada, tenía el nombre de línea del «coronium» por estar en la corona. Para identificarla hubo que esperar a 1941. Durante la guerra, se realizaba mucha física atómica con rayos X en iones muy calientes. Y esto se hizo en chispas eléctricas, donde hay plasma muy caliente. Y allí se vio esta línea verde, entre otras. Corresponde al hierro ionizado trece veces, es decir, Fe14, que hoy se estudia mucho. La estructura del átomo de hierro comenzaba a ser bien conocida. Por una serie de cálculos se obtuvo que la temperatura de la corona es de 2 millones de grados.

Actualmente, el uso de un coronógrafo, que puede posicionarse en un satélite fuera de la atmósfera terrestre, permite mimetizar la actuación de la Luna durante un eclipse. ¿Por qué continúan siendo los eclipses interesantes científicamente?
Es cierto que con un coronógrafo situado en el espacio se llega a ver la luz visible de la corona, el inconveniente es que esconde no sólo el disco solar, también la corona interna, que sí es visible durante los eclipses. Lo que es muy interesante estudiar con el coronógrafo son las variaciones a lo largo del tiempo, algunos fenómenos dinámicos que ocurren lentamente y las explosiones. Éstos raramente coinciden con los eclipses, que son «flashes» de unos minutos.
Durante estos «flashes» es el disco solar el que ilumina la corona, por lo que ésta es muy brillante en el visible, contiene muchos fotones. Tanto brillo permite estudiar el perfil de las líneas coronales, que varía muy rápidamente, con mucho detalle. Las líneas coronales se descubrieron también durante los eclipses.

¿Qué experimentos realizará su equipo el próximo 1 de agosto?
Una decena, entre ellos algunos experimentos clásicos. Por ejemplo, queremos obtener una buena imagen en luz visible de la corona solar, pues al estar su estructura relacionada con el campo magnético es muy interesante. E intentaremos medir la amplitud de dicho campo. Para estudiar la temperatura habrá cuatro experimentos de espectroscopía. Y también intentaremos verificar si son precisos los cálculos para las efemérides, es decir, la manera en la que calculamos la posición de los astros y su movimiento, entre otros trabajos de investigación. Esperemos que haga buen tiempo.

Fuente: caosyciencia.


Deja un comentario