Desde hace ya un tiempo, los televisores con resolución 8K han estado presente en la mente de muchos consumidores debido a que, desde su debut, se crearon como la próxima gran proeza en términos de calidad visual, prometiendo una nitidez que desplazaría al 4K a un segundo plano. Sin embargo, va pasando el tiempo y aún existen interrogantes sobre esta tecnología. ¿Será realmente el 8K el porvenir de la TV o simplemente una moda pasajera?
¿Qué hace del 8K algo tan especial?
Lo que distingue a un televisor 8K es la cantidad de píxeles: más de 33 millones esparcidos a lo largo de una pantalla con dimensiones de 7680 x 4320. Para ilustrar la magnitud, esto equivale a cuatro veces la cantidad de píxeles en un televisor 4K y dieciséis veces más que un televisor HD. Esto es porque los píxeles son tan pequeños que, incluso si te arrimas a la pantalla, resulta muy complicado distinguir los detalles individuales que conforman la imagen.
Compañías como Samsung, LG, Sony y TCL han sido precursoras en la producción de estos TVs, integrando tecnologías de retroiluminación avanzadas, tales como los mini-LED o QLED, para optimizar tanto el brillo como el contraste.
La aritmética tras el 8K
Una habitual noción equivocada es pensar que el 8K duplica la resolución del 4K. La realidad es más intrincada. Dado que estamos hablando de dos dimensiones (horizontal y vertical), el número de píxeles se incrementa exponencialmente. En términos sencillos, si se alinean cuatro televisores 4K en una cuadrícula de 2×2, se obtiene un área de visualización equiparable a la de una pantalla 8K. Esto produce una densidad de píxeles extremadamente alta, perceptible sobre todo en pantallas de mayor tamaño y distancias cortas.
Aunque tecnologías como el alto rango dinámico (HDR) también han contribuido a la mejora en la calidad visual, el 8K proporciona una nitidez que casi desafía la realidad, sobre todo en televisores con paneles que superan las 65 pulgadas.
Certificaciones y normativas del 8K
Como sucede con cualquier nueva tecnología, las marcas suelen intentar destacar por encima de su competencia promulgando que su versión del 8K es la mejor. Para unificar estas declaraciones y dar confianza al consumidor, organizaciones como la Asociación de Tecnología del Consumidor (CTA) han instaurado programas de certificación. Si una tele cumple con ciertos estándares, como tener una resolución nativa de 8K y ser capaz de mejorar contenido no nativo, puede lucir el logotipo de 8K Ultra HD en su embalaje.
Además, la Asociación 8K, un colectivo que incluye a marcas como Samsung y Panasonic, también ha creado su propio conjunto de especificaciones. Curiosamente, LG, uno de los gigantes en la tecnología de pantallas, no forma parte de esta asociación, ya que sostiene que algunos de sus competidores no alcanzan lo que ellos denominan «8K auténtico». LG argumenta que un televisor 8K no sólo debe cumplir con la cantidad de píxeles, sino también con la modulación de contraste (CM), un valor que mide la fidelidad con que cada píxel reproduce color y luminosidad. Según LG, existen televisores 8K que no logran un CM suficientemente alto, por lo que la calidad de imagen podría no ser óptima.
El problema del contenido
Aún así, la principal barrera sigue siendo la escasez de contenido nativo en resolución 8K. Aunque existen muchos vídeos en plataformas como YouTube y Vimeo, la oferta de contenido en esta resolución es aún muy limitada.
En el lado de los servicios de streaming, tales como Netflix y Disney+, no han adoptado aún esta resolución. Pero el hecho de que los televisores 8K puedan mejorar el contenido 4K hasta una calidad superior es una ventaja a considerar para quienes desean lo mejor.
¿Merece la pena comprar un televisor 8K?
No pasar por alto: elegir el tamaño ideal del televisor
Aunque sitios hay más contenido en Vimeo y YouTube, la mayoría de los servicios de streaming y canales de televisión aún están en proceso de adaptar sus infraestructuras para ofrecer contenido en 4K, por lo que el 8K aún se ve muy lejano.
No obstante, algunos cambios ya se están observando. Por ejemplo, la cadena japonesa NHK lanzó el primer canal de emisión 8K en 2017, y algunos eventos deportivos, como los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, se transmitieron en esta resolución. Además, los avances en tecnología de cámaras y la mayor accesibilidad a cámaras 8K para consumidores son indicios de que, en un futuro, la oferta de contenido en esta resolución podría aumentar.
Al mismo tiempo, la capacidad de los televisores 8K para escalar contenido de resoluciones inferiores sigue siendo una ventaja a tener muy presente si se quiere comprar un televisor en estos momentos. Obviamente, existe el hándicap de los precios, ya que aún habiendo disminuido bastante desde que surgieron los primeros televisores, siguen estando muy por encima que los TV de 4K. Además, los televisores 4K aún ofrecen una muy buena calidad de imagen y cuentan con una mayor cantidad de contenido accesible.
Por lo cual, para aquellos que desean estar en lo último en tecnología, desean la mayor calidad de imagen y no les supone un gran problema el precio -estos no bajan de 2000€-, un televisor 8K puede ser la mejor decisión. Para el resto, es mejor un 4K y esperar a que poco a poco vayan existiendo mayor contenido en 8K y, al mismo tiempo, que los precios vayan bajando.