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El coronavirus acelera el camino hacia la tecnología educativa

La pandemia por coronavirus ha terminado de estimular algunos procesos cuya presencia en nuestra vida se tornaba cada vez más notoria. Es el caso de la tecnología educativa, también conocida como Ed Tech. La adopción de las aulas virtuales o aulas inteligentes durante el confinamiento casi mundial, ha sentado las bases de la enseñanza del mañana. O eso es lo que creen muchos especialistas en la materia.

¿Y de qué hablamos cuando nos referimos a tecnología educativa? Básicamente, a la integración y aplicación de distintos avances en materia de software, hardware y teorías de la enseñanza, que tienen por objetivo hacer más interesante el aprendizaje, y mejorar el rendimiento, a partir de una optimización de los recursos y procesos técnicos que el alumno tiene a disposición.

¿De qué se trata la tecnología educativa?

Una de las formas más sencillas de comprender cuánto abarca la Ed Tech, es revisando cada uno de los aspectos involucrados en ella. Sin ir más lejos, se define como parte de ella el aprendizaje online, el aprendizaje basado en teléfonos inteligentes, las teorías que sustentan estas prácticas, etc.

El mero interés en introducir prácticas específicas de educación que aprovechen las nuevas opciones que brinda la tecnología, ya podría definirse como Ed Tech. En un sentido más amplio, abarca todo aquello que intente crear condiciones de una experiencia de aprendizaje más atractiva. Para ello, claro, se aprovechan todos los dispositivos que generan un magnetismo casi innato en las nuevas generaciones. Dispositivos que, al fin, pueden ser también útiles en el proceso de formación.

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Se rompen las barreras del aprendizaje

En un mundo en el que la Inteligencia Artificial comienza a ganar terreno a pasos agigantados, influyendo sobre redes sociales y marketing por igual, resultaría imposible que estos avances no lleguen tarde o temprano a las aulas. Y lo que algunos no querían ver, el coronavirus ha terminado de exponerlo al mundo. Las aulas ya no son esos grandes salones con escritorios y pizarras. Cualquier ambiente de nuestro hogar con un portátil o móvil puede ser un aula. A partir de aquí, el concepto de educación cambia para siempre.

En este contexto sumamente dinámico, todos los equipos IoT resultan fundamentales para las técnicas educativas. El aprendizaje no sólo se transforma en algo divertido, sino que traspasa las fronteras de la institución clásica. Los niños pueden aprender en el autobús escolar, en el recreo. Y, lo más importante, pueden orientar ese aprendizaje hacia los contenidos de su preferencia.

Justamente, la especificación en ciertas temáticas es una de las indudables ventajas de la tecnología educativa. Hoy en día, un estudiantes que realiza una tesis, no debe pasarse horas y horas en la biblioteca. Internet le permitirá acceder a una enorme cantidad de información concreta que necesita. Y a la facilidad de no moverse de casa, se suma que el volumen de datos online es mayor al escrito que tienen a mano.

La individualización, aspecto esencial de la tecnología educativa

Otra de las características que define a la Ed Tech es una que los expertos venían reclamando incluso antes de la aparición de los sistemas modernos: la individualización de los alumnos. Durante un siglo, concurrir a un centro educativo significaba transformarse en uno más, un número. No existía una infraestructura que permitiera ir un poco más allá. Pero esto también ha cambiado.

Esta nueva era de la tecnología concibe como uno de sus pilares, el ofrecer procesos de aprendizaje escalables e individualizados. No todos los alumnos aprenden con la misma velocidad. Sin siquiera es que haya algunos más veloces y otros más lentos. Esta idea inicial puede verse alterada si pasamos de una asignatura a otra. Del viejo paradigma en el que cada estudiante debía adaptarse a un método único de enseñanza, pasamos a este sistema educativo, dispuesto a solventar las necesidades de cada alumno.

La creación de planes de aprendizaje personalizados tiene un segundo beneficio, ya más bien del orden social. Contribuye decididamente a la inclusión de los estudiantes. Éstos, al ver que progresan en igual medida que sus pares, realzan su amor propio, y son más dados a lograr vínculos personales. Los otros, los «dominantes», también pueden recibir formación que facilite una relación armoniosa con los demás.

Por ende, atacar las crecientes estadísticas de acoso escolar es otro reto de la tecnología educativa.

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Herramientas para la gestión de la tecnología educativa

¿Y cuáles son los programas o sistemas básicos para el despliegue de la tecnología educativa? Algunos de los principales son los Learning Management Systems o LMS, y los Education Management Information Systems o EMIS. Éstos se centran particularmente en la gestión de todas las apps que forman la Ed Tech.

Desde luego, hay otros complementarios como los Learning Record Store o LRS, que almacenan y analizan grandes caudales de datos de aprendizaje. Si se pretende obtener patrones o estimar tendencias, debemos recurrir a ellos. La eficacia de cada contenido está en juego gracias a la tecnología educativa. Sólo así los contenidos pueden optimizarse en breves períodos de tiempo, mejorando los resultados del aprendizaje.

Evidentemente, las aulas inteligentes son una especie de extensión de estas tecnologías. Tan importante como las demás, suelen ser las más visibles. O, al menos, las primeras en adaptarse en aquellas regiones donde las otras herramientas no tienen un calado tan profundo aún.

Y aunque el aprovechamiento de las aulas virtuales se ha llevado al extremo por el confinamiento, su lenta adopción lleva ya varios años. Proyectores, tablets para los trabajos en clase, ordenadores comunes para un grupo de alumnos. Todos estos son pequeños avisos de lo que se viene a nivel educativo.

Aulas virtuales que no escapan a sus realidades

Aunque estas nuevas aulas virtuales, o aulas inteligentes, no conocen de ciertos límites, siguen topándose con otros. Si por un lado no tienen restricciones de espacio, ubicación, asistencia u horas, por otro requieren de una inversión económica que no todos los estados o instituciones privadas pueden afrontar. Después de todo, la tecnología educativa es superior a la enseñanza tradicional, pero también más costosa.

De momento permanece esa clasificación que limita la adopción parcial, o total, de las aulas virtuales. Como cualquier invento tecnológico, su implementación choca con las posibilidades de la región o el usuario final. Por eso lo excepcional de la pandemia ha acelerado esta inversión como nunca antes.

Incluso, existen grandes divisiones por espacio geográfico. Éstas postulan por un lado al MEA y por otro el APEJ. El primer involucra los países de América del Norte, Europa occidental, América Latina, Europa del Este, Japón, Oriente Medio y África. El segundo, los países de Asia Pacífico, excluyendo Japón. Además, hay un tercer grupo. Las diferentes concepciones culturales aquí influyen sobre los métodos de enseñanza.

Google Classroom

Una industria en pleno crecimiento

Como consecuencia de lo que hemos mencionado antes, el número de aplicaciones orientadas a la Ed Tech no deja de crecer. El interés de los desarrolladores está puesto en este negocio que mueve millones de dólares al año. Ellos saben que la demanda de plataformas más fiables y potentes se mantendrá al alza durante mucho tiempo. Y además se nutren de las devoluciones que en tiempo real producen los usuarios, en este caso estudiantes. Así ahorran años de investigación.

Las encuestas al respecto también son categóricas. Los estudios indican que la gran mayoría de los educadores confía en la adopción de la tecnología educativa. El 92% considera que tendrá “un gran impacto” en los métodos de enseñanza del mañana. Y esto no escapa a oídos de las grandes empresas.

Varias de ellas han anunciado planes de inversión en el sector. Blackboard Inc., Adobe Corporation, Cisco System Inc., Educomp Solutions, NIIT Ltd o Scholastic Corporation son algunas de ellas. El mercado de la Ed Tech representó un movimiento de 43 millones de dólares en 2015. Para 2020, estaba pautado en más del doble, 93 millones del dólares. Pero el coronavirus y el temor a una nueva pandemia mundial seguramente disparará estos números en la próxima década.


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