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Macrotendencias que afectarán a las empresas

  • Inflación, entornos dinámicos y la inevitable transición energética marcan el futuro empresarial
  • Las compañías deberán enfrentarse a estos retos en os próximos años si quieren sobrevivir
  • ¿Cuáles son las características que presentan tales desafíos y de qué forma prepararse?

Por mucho esfuerzo que hagamos en que nuestro proyecto funcione de modo individual y escape a ciertas lógicas del mercado, sabemos que no es tan fácil evitar que afecten los negocios. Repasar algunas de las macrotendencias que afectarán a las empresas durante la próxima década seguramente ayudará que orientes tu compañía.

Somos conscientes de que a lo largo de los últimos años hemos convivido con lo que se dice una «permacrisis», una crisis permanente que recién parece estar quedando atrás, no sin consecuencias como turbulencias políticas, militares, económicas y financieras que se han ido sumado al punto de alterar el funcionamiento del mercado.

Pero mientras aún luchamos con los problemas más evidentes, corremos el riesgo de estar perdiendo de vista inconvenientes menos visibles, esos que pueden pasar desapercibidos porque no se suponen urgentes.

En el artículo, intentaremos repasar varias de las macrotendencias que los profesionales piensan que afectarán a las empresas durante la próxima década, cambiando las reglas de juego y obligando a adaptarse a ellas.

Cambios en las cadenas globales de valor

Si las décadas pasadas fueron de aceleración en las cadenas globales de valor, ésta podría ser de reorganización. Algunos incluso se atreven a afirmar que deberíamos hablar más bien de una ralentización de las cadenas.

El aumento de los costos laborales, la necesidad de diversificación y la evolución de los objetivos geoestratégicos, citando solamente algunas de las cuestiones a analizar, dejarán ver su impacto en diferentes sectores clave.

Tal vez la tecnología avanzada y el suministro de materias primas sean los primeros afectados, pero puedes apostar que no quedará categoría de consumo en la que la organización de la cadena de valor no deje alguna huella.

En este contexto, una recomendación es invertir en la competitividad local, con las ventajas que las economías regionales representan en términos de obtener una fabricación barata y aprovechar políticas de alivio.

Tasas de interés más altas e inflación

La pandemia por coronavirus y nuestra reacción colectiva a ella ha creado una tormenta económica perfecta. La limitación de la oferta y el incremento de las deudas contraídas por la emisión de los Bancos Centrales desató niveles de inflación desenfrenados, paliados con tasas de interés igual de altas para calmar un poco las aguas.

Es de esperarse que el consumo en los próximos diez años se reduzca, sobre todo a medida que tanto particulares como empresas se aclimaten a una nueva realidad en la que los Estados querrán recuperar el dinero «perdido». Subirán impuestos, y las compañías reemplazarán las inversiones de expansión por las de retorno.

Si en los últimos años el alquiler de soluciones se posicionaba como una solución más interesante que la compra, probablemente asistiremos más temprano que tarde a un proceso en el que las compras vuelvan a imponerse.

Trabajos de naturaleza cambiante

La digitalización permitió que muchos trabajos se hicieran de forma remota y, en cierta manera, que no se perdieran. Claro que el teletrabajo venía ganando enteros hace tiempo, pero la pandemia lo aceleró inuitadamente.

No son pocos los empleados que han dejado las ciudades y no planean regresar a ellas porque ya no tiene sentido. Pocas dudas quedan de que esto lleva al replanteo del desarrollo urbano y a una redirección de los recursos.

Los sacrificios en capacitación de la plantilla no es que sean inocuos pero deben acoplarse a los requerimientos contemporáneos, porque una habilidad que antes alcanzaba para una carrera de 30 años, sólo sirve 5 años.

Un integrante eficiente de tu organización recibirá constantemente ofertas para cubrir puestos más interesantes. Reconocer su tarea es clave para tener alguna oportunidad de retener el talento ante otro ofrecimiento.

Demografías dinámicas

La composición demográfica del mundo evoluciona por la disminución de la fertilidad y la mayor esperanza de vida. Por eso la población en edad laboral cae rápidamente en los países desarrollados y esto no augura nada bueno.

Las autoridades tendrán que arreglárselas con una participación muy reducida en las pensiones en simultáneo con el encarecimiento de todos los valores asociados a los servicios públicos, y no sabemos cómo responderán.

La presión tributaria sobre los trabajadores activos debería crecer, y la edad para pensionarse también. Lamentablemente, las perspectivas no colaboran con el intento de ser más optimistas al respecto.

Además, con un elevado número de futuros pensionados que temen por los montos que recibirán al retirarse, veremos un sinfín de especulaciones financieras e inversiones con la finalidad de una vejez placentera.

Sostenibilidad y transición energética

Otra de las macrotendencias a las que las empresas deberán estar atentas es la transición energética, orientándonos a un mundo más sostenible, no sólo porque el planeta nos lo está exigiendo tras un par de siglos de maltrato, sino asimismo porque el público reclama a las compañías que muestren su compromiso con la sostenibilidad.

Desde luego, no será ésta la década en la que le diremos adiós a muchas de las energías contaminantes corrientes hasta estos días, pero sí unos años que deberían producir un quiebre respecto del abordaje de estas políticas. Naturalmente, deberíamos demandar más a los países que más contaminan, una deuda pendiente.

Fuera de los gigantes industriales, la pretensión de reducir las emisiones debería conllevar nuevas costumbres. Compartir viajes con amigos, optar por la bicicleta en lugar de otros medios de transporte, y decisiones similares.

¿Cuál de estas macrotendencias crees que condicionarán más a las empresas a medio y largo plazo?


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