La propuesta de Buterin articula una aspiración fundamental: dotar a Ethereum de una sencillez protocolaria comparable a la de Bitcoin. La meta de un Ethereum simplificado no es un mero ejercicio de minimalismo técnico, sino una idea deliberada para robustecer la red, facilitar su comprensión y ampliar la participación en su desarrollo y gobernanza. Piensa que si se disminuye la complejidad inherente al protocolo, se reduciría la superficie de ataque, tanto técnica como social, y se abaratan los costes de mantenimiento y la creación de nueva infraestructura.
Uno de los pilares de esta visión es la simplificación de la capa de consenso. La iniciativa de la «cadena de haz» (ahora renombrada) busca remodelar la finalidad de las transacciones, eliminando conceptos intrincados y optimizando la comunicación entre validadores. Esto podría traducirse en una mayor eficiencia y seguridad en la forma en que se acuerdan y finalizan las transacciones en la red.
En cuanto a la capa de ejecución, la sugerencia de transicionar hacia una nueva máquina virtual (VM), como RISC-V -ya comentado hace un par de semanas-, representa un cambio de paradigma audaz. Reemplazar la actual EVM por una arquitectura más simple y eficiente podría multiplicar el rendimiento de la ejecución de contratos inteligentes y facilitar la integración con tecnologías de prueba de conocimiento cero (ZK). Si bien la adopción de una nueva VM conlleva escollos en términos de compatibilidad, la estrategia de migración gradual propuesta pretende mitigar estos inconvenientes, permitiendo una coexistencia inicial y una eventual transición completa.
Por último, comenta la importancia de la optimización a través del uso compartido de componentes para la coherencia y la reutilización dentro de la arquitectura de Ethereum. La unificación de códigos de borrado, formatos de serialización y estructuras de árbol en diferentes capas del protocolo podría disminuir la redundancia, mejorar la eficiencia y simplificar la interoperabilidad entre distintos elementos de la red.
En esencia, la visión de Buterin apunta a un Ethereum más ágil, seguro y accesible. Al priorizar la sencillez, se busca fortalecer los cimientos de la red para afrontar los futuros retos de escalabilidad y adopción masiva. Este no es un camino exento de obstáculos, pero la dirección marcada indica una evolución hacia un protocolo más elegante y manejable, lo que a la larga podría consolidar la posición de Ethereum como una fundamental infraestructura digital.