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Por qué Vitalik Buterin ahora defiende el Copyleft frente a las licencias permisivas

Vitalik Buterin, una de las personas más notorias en el sector de las criptomonedas, ha modificado su postura sobre cómo se debe compartir el software libre. Si antes era un firme defensor de las licencias permisivas, que permiten a cualquiera usar y modificar código sin apenas condiciones, ahora se inclina por el copyleft. Su conclusión es que, en el estado actual de la tecnología, el copyleft es una herramienta más útil para asegurar que el progreso y el conocimiento se mantengan abiertos y accesibles para todos, evitando que grandes corporaciones se apropien del trabajo comunitario sin devolver nada a cambio.

En otras palabras: Las licencias permisivas permiten que cualquier persona use, modifique y comparta un código o contenido con muy pocas condiciones, normalmente limitándose a reconocer al autor original, de modo que nadie tema aprovecharse de algo útil. En cambio, el copyleft exige que quien tome ese material y lo adapte publique también su versión bajo las mismas reglas; así, cada contribución regresa al grupo y nadie puede quedarse con mejoras sin devolverlas. O dicho de otro modo, lo primero deja la puerta abierta sin condiciones, y lo segundo asegura que la colaboración sea siempre recíproca.

Inicialmente, Buterin prefería las licencias permisivas por dos razones. Primero, quería que su trabajo tuviera la máxima difusión posible, y eliminar cualquier barrera legal era la forma más directa de conseguirlo. Pensaba que así las grandes empresas, a menudo reacias a abrir su código, no tendrían excusas para no utilizar sus creaciones. Segundo, sentía una aversión filosófica hacia los derechos de autor, considerándolos una restricción artificial a la libre circulación de ideas.

Para él, una licencia permisiva era lo más cercano a renunciar a esos derechos sin meterse en líos legales. Aunque apreciaba la astucia del copyleft -usar los derechos de autor para proteger el software libre-, le parecía que ciertas variantes como la GPL iban demasiado lejos al forzar la publicación del código fuente de obras derivadas, algo que consideraba un uso «ofensivo» del copyright.

¿Qué ha cambiado para que Buterin reconsidere su posición?

Su nueva perspectiva se apoya en tres pilares. Primero, el código abierto ya no es un nicho; se ha convertido en una práctica habitual en la industria tecnológica. Gigantes como Google o Microsoft participan activamente, y en sectores nuevos como la inteligencia artificial o las criptomonedas, es casi la norma. La necesidad de «convencer» a las empresas para que adopten el código abierto ya no es tan apremiante como antes.

Segundo, el sector de las criptomonedas se ha vuelto mucho más competitivo y, digámoslo claro, más orientado al beneficio económico. La cortesía de compartir las mejoras ha disminuido, por lo que confiar en la buena voluntad de la gente ya no es suficiente. Por ello argumenta que se necesita un poco de «poder duro»: el copyleft asegura que solo aquellos dispuestos a compartir sus propias mejoras puedan beneficiarse del trabajo colectivo. Es una forma de decir «si quieres jugar con nuestros juguetes, tienes que compartir los tuyos». Este mecanismo se vuelve más valioso en un contexto donde ni la apertura total es una quimera, ni está completamente garantizada.

Izquierda: crecimiento proporcional. Pequeñas diferencias al inicio se convierten en pequeñas diferencias al final. Derecha: crecimiento con economías de escala. Pequeñas diferencias al inicio se convierten en diferencias muy grandes con el tiempo.

Una cuestión de equilibrio y poder

El tercer y último argumento que ha convencido a Buterin es de naturaleza económica, inspirado por las ideas de Glen Weyl. La tesis es que cuando existen rendimientos de escala superlineales (es decir, cuanto más grande eres, más rápido creces en proporción), la única forma de evitar que un solo actor domine todo el mercado es forzar cierto grado de apertura. Históricamente, la difusión del conocimiento (empleados que cambian de empresa, espionaje industrial, etc.) ha frenado esta tendencia, pero hoy varios factores amenazan ese equilibrio. El veloz progreso técnico y la capacidad de crear productos cerrados que no pueden ser inspeccionados facilitan la concentración de poder.

Desde esta perspectiva, el copyleft actúa como un incentivo neutral y descentralizado para la difusión del progreso. A diferencia de las regulaciones gubernamentales, no favorece a actores concretos ni depende de planificadores centrales. Simplemente crea una pertenencia de código que solo puede ser utilizada por quienes aceptan las mismas reglas de apertura.

En definitiva, y compartiendo el mismo pensamiento que Vitalik Buterin, es obvio que el copyleft no es la solución perfecta, pero en un panorama donde el poder tiende a concentrarse, se convierte en un necesario contrapeso para mantener el terreno de juego más nivelado.

Imagen de portada generada con IA.


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