Está creciendo el interés de las grandes instituciones por el staking líquido de Ethereum. Firmas de custodia, gestores de activos y otros jugadores de peso en el ámbito financiero están empezando a ver con buenos ojos esta modalidad por las ventajas que ofrece en liquidez y eficiencia operativa. Básicamente, les permite acceder a las recompensas de la red Ethereum de una manera más directa y sin tantos quebraderos de cabeza.
Para poner un poco de claridad en el tema, Fireblocks, EY y Lido Institutional han preparado una guía pormenorizado sobre este asunto:
En el momento de la realización de la guía, Ethereum contaba con más de diez mil nodos activos y algo más de un millón de validadores, con más de 34 millones de ETH retenidos en el mecanismo de participación -un volumen que, según el informe, equivale a más de 100000 millones de dólares bloqueados para asegurar la red-. Esa masa de ETH inmovilizado es la razón por la que aparecen soluciones que ofrecen acceso a las recompensas sin renunciar del todo a la movilidad del capital.
Además, recuerda el requisito mínimo técnico para participar como validador: cada validador exige 32 ETH bloqueados. En términos de rentabilidad protocolaria, la publicación sitúa las recompensas en torno al 2,9%, con estimaciones de rentas típicas para stakers entre aproximadamente 3% y 3,5% -datos que varían según la carga de la red y la suerte del validador respecto a proposiciones de bloque y extracción de MEV-. Estos porcentajes sirven como referencia para comparar con el coste de mantener ETH inmovilizado y con las comisiones que cobran los servicios que actúan como intermediarios.
Mecánica del staking líquido y su doble valor: NAV vs precio de mercado
La esencia del staking líquido de Ethereum es que un inversor deposita ETH en una solución gestionada o en un esquema con contrato y a cambio recibe un token representativo (un LST) que simboliza el derecho sobre el ETH apostado y las recompensas acumuladas.
Ese LST tiene dos fuentes de valor. Por un lado, su valor “primario” ligado al NAV -es decir, lo que teóricamente correspondería si se canjeara por la porción de ETH subyacente más las recompensas-; por otro, su precio en mercados secundarios, que es el que rige la liquidez real para un tenedor que quiera salir rápido.
Para una institución, medir la liquidez efectiva de un LST exige mirar más allá del NAV. Debe de comprobar la oferta circulante del token, cuánta parte de esa oferta está disponible en exchanges y cuál es el volumen diario de negociación, porque esos factores determinan cuánto se puede vender sin mover el mercado.
Riesgos y señales para diligencia
Los vectores de riesgo que interesan a custodios y gestores son la fluctuación del precio del ETH mientras los activos permanecen bloqueados, riesgos de contraparte al delegar a terceros (errores operativos, hackeos o insolvencia), y penalizaciones protocolarias por mal comportamiento de validadores (slashing).
Tip: El slashing no ocurre por estar offline, salvo mal comportamiento; aun así, es recomendado controles técnicos y contratos que reduzcan la exposición ante fallos operativos. También, el rendimiento bruto (las tasas protocolarias antes citadas) puede verse erosionado por comisiones del proveedor y por movimientos adversos del precio del ETH, por lo que el rendimiento neto es lo que verdaderamente importa.
En términos prácticos, las instituciones deben de realizar pruebas de resiliencia operacional de los proveedores, auditorías de código cuando el servicio dependa de contratos abiertos y modelado de escenarios que combinen caídas de precio y restricciones de liquidez en mercados secundarios.
La guía también diferencia entre proveedores que agrupan ETH y operan nodos internamente y soluciones que actúan como middleware descentralizado, señalando que el diseño técnico repercute en la trazabilidad de los flujos y en la facilidad para auditar la relación entre LST y ETH subyacente.
Por último, para que tu mesa de riesgo tenga pruebas fehacientes en su expediente, la guía recomienda documentar y monitorizar: la cantidad total de ETH apostado en la red, la distribución de validadores, el volumen y la oferta circulante de cada LST que se considere, las comisiones aplicadas por el proveedor y los historiales de seguridad y operación del operador. Esas métricas permiten convertir una decisión estratégica en una decisión demostrable frente a supervisores y clientes.