La industria tecnológica está apostando fuerte por la inteligencia artificial, planeando nuevos y masivos centros de datos. Pero, ¿quién paga la factura? Una nueva encuesta de Sunrun muestra que el 80% de los consumidores teme que esta «fiebre del oro» de la IA termine inflando los precios que pagan por la luz en sus hogares.
Durante más de una década, el uso de electricidad en Estados Unidos apenas varió, según la Administración de Información Energética (EIA). Sin embargo, en los últimos cinco años, el escenario cambió. El consumo comercial (que incluye los centros de datos) y el industrial comenzaron a subir (2.6% y 2.1% anual, respectivamente). Mientras tanto, el consumo residencial apenas creció un 0,7% al año.
Estos centros de datos son verdaderamente voraces. Actualmente, consumen alrededor del 4% de toda la electricidad estadounidense, el doble que en 2018. Las proyecciones del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley dibujan que para 2028, esta cifra podría elevarse a entre el 6,7% y el 12%.
Hasta ahora, la red ha logrado satisfacer la demanda, en gran medida gracias a un aumento considerable de nueva capacidad procedente de energía solar, eólica y almacenamiento en baterías a gran escala. Las grandes empresas tecnológicas han sido clientes entusiastas, firmando importantes contratos para nuevos proyectos solares de gran tamaño. Y es que, la solar es barata, modular y rápida de poner en marcha. Un parque solar puede empezar a suministrar energía en unos 18 meses, a veces incluso antes de estar completamente terminado.
Cuando las fuentes de energía no dan la talla
La EIA prevé que las renovables dominen la nueva capacidad de generación al menos durante el próximo año. Es probable que esta tendencia se hubiera extendido más allá de 2026, pero los pronósticos indican que las posibles derogaciones de partes fundamentales de la Ley de Reducción de la Inflación por parte de los republicanos frenarán el crecimiento de las energías limpias.
¿Y qué hay del gas natural, la otra fuente preferida por los operadores de centros de datos? Pues no ha estado a la altura. Aunque la producción ha aumentado, la mayor parte del nuevo suministro se ha destinado a la exportación (un crecimiento del 140% entre 2019 y 2024) en lugar de al mercado interno (donde las centrales eléctricas solo vieron un aumento del 20%).
Las nuevas centrales de gas tampoco estarán listas a tiempo. Su construcción tarda unos cuatro años, según la Agencia Internacional de la Energía. El problema se agrava por el retraso en la entrega de las turbinas que utilizan estas centrales. Los fabricantes están indicando plazos de entrega de hasta 7 años, y es improbable que la nueva capacidad de producción anunciada alivie la situación a corto plazo.
Este lento desarrollo de las redes de gas, junto con el estancamiento de las renovables, ha puesto a los promotores de centros de datos en una situación difícil. Si bien la IA y los centros de datos no son los únicos responsables del aumento de la demanda eléctrica -los usuarios industriales han consumido casi la misma cantidad-, han acaparado todos los titulares.
Es probable que la IA sea el blanco de la ira de los consumidores. Según una encuesta de Pew, hay más gente preocupada por esta tecnología que entusiasmada con ella. Esto no es de extrañar, dado que muchos empleadores la han utilizado para reducir personal en lugar de para mejorar la productividad de sus empleados. Si a esto le sumamos el alza de los precios de la energía, no hay que ser un genio para ver cómo se está gestando una fuerte reacción adversa.