Neon Mobile es una aplicación que paga a los usuarios por dejar grabar sus llamadas. Es una forma más de ganar dinero. Según la propia compañía, las tarifas llegan a $ 0,30 por minuto cuando hablas con otros usuarios de Neon y se establece un tope diario de 30 dólares si llamas a otras personas fuera de la app.
En pocos días la app trepó posiciones en la App Store de Estados Unidos y se colocó entre las más descargadas en la categoría social, por delante de otros servicios muy conocidos. Para muchos usuarios esto es un ingreso extra cambiando el uso habitual del teléfono por una retribución económica.
Neon también ofrece incentivos por recomendar la aplicación. En su presentación pública, la compañía dice que las grabaciones se pueden compartir anónimamente antes de ser comercializadas con empresas dedicadas a la inteligencia artificial.
Los datos aportados en conversaciones en Reddit y otras fuentes no oficiales han alimentado la sensación de que, si bien la retribución no hace rico a nadie, sí resulta suficiente para que determinados usuarios lo considere una transacción aceptable. El problema es lo que pueden implicar ese servicio para los usuarios, ya que pueden ser datos sensibles que pueden poner en peligro a los mismos usuarios. Pero, como es bien sabido, cuando la situación económica no es buena -y esto es lo que está sucediendo mundialmente-, la gente se lanza a cualquier cosa que les pueda generar ingresos extras.

Condiciones y riesgos legales sobre Neon Mobile
Los términos de uso que acompañan a Neon conceden a la empresa derechos muy amplios sobre las grabaciones: permiso para vender, almacenar, reproducir y ceder esos audios a terceros, con capacidad de sublicenciar esos derechos a otras entidades.
Esa amplitud es lo que despierta dudas entre especialistas legales. Abogados consultados por TechCrunch remarcan que el hecho de que la app registre únicamente el canal del usuario -y no la otra parte- puede ser una forma de sortear ciertas leyes estatales que exigen el consentimiento de ambas partes para grabar. No obstante, esa técnica plantea preguntas: ¿hasta qué punto puede considerarse anónimo lo que luego se comparte con empresas de terceros? ¿qué garantías existen sobre la eliminación de identificadores o metadatos?
Neon afirma que borra nombres, correos y números antes de ceder las muestras de audio, pero no detalla los procesos técnicos que lo aseguren ni los límites de uso que aceptan sus compradores. Podrían reutilizar voces para crear suplantación de identidad, grabaciones que, ante una filtración, terminan siendo explotadas fuera del control original.
En términos de seguridad, disponer de masivos fragmentos de voz combinados con números de teléfono -aunque supuestamente anónimos- puede facilitar fraudes telefónicos o la generación de voces sintéticas que suenen como tú. Además, la compañía no publica una lista pública de compradores ni aclara qué cláusulas de uso aplican sus socios.
Los términos de servicio incluyen además cláusulas sobre funciones en fase beta y descargo de responsabilidad por fallos, lo que deja claro que la app puede comportarse de manera distinta a lo esperado o sufrir errores. Cualquier compañía que gestione registros de voz corre, de entrada, el riesgo de sufrir brechas. La diferencia está en la sensibilidad y la posible utilidad comercial de esos archivos: la voz humana contiene rasgos biométricos y señales que, en manos equivocadas, valen mucho.