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OpenAI permite comprar en Etsy y tiendas Shopify desde ChatGPT en EEUU

Para usuarios en Estados Unidos, ChatGPT incorpora la opción de completar compras dentro de la propia conversación. La función llamada “Pago instantáneo” permite confirmar un pedido, seleccionar el envío y autorizar el pago sin salir del chat, usando Apple Pay, Google Pay, Stripe o tarjeta.

OpenAI ha habilitado esta capacidad para usuarios registrados de ChatGPT Pro, Plus y Free que compren a vendedores de Etsy con sede en Estados Unidos y anuncia que más de un millón de comercios en Shopify, incluidos nombres como Glossier, Skims, Spanx y Vuori, estarán disponibles “próximamente”.

La compañía además ha publicado el código fuente de su Protocolo de Comercio Agenético (ACP), la infraestructura que facilita estos pagos y que fue desarrollada junto a Stripe.

Comprar desde ChatGPT

Hasta ahora, las conversaciones con agentes de IA mostraban productos, imágenes, reseñas, precios y enlaces externos; el nuevo flujo elimina el paso de abandonar la ventana de chat para completar la transacción. Esto pone en manos del asistente la posibilidad de presentar productos, comparar opciones y tramitar la compra en cuestión de clics.

Pero no es una idea nueva. El año pasado, Perplexity activó ya pagos en chat. Lo novedoso aquí es que OpenAI pretende facilitar la adopción abriendo el protocolo que conecta al asistente con los comercios y los pasarelas de pago, de modo que otros desarrolladores y vendedores puedan integrar el proceso con menos fricción técnica.

OpenAI sostiene que las propuestas que se muestra son “orgánicas y no patrocinadas”, y anuncia que cobrará a los comercios una pequeña comisión por las ventas que se concreten a través del chat.

Stripe, por su parte, ha hablado de rediseñar la infraestructura de comercio para adaptarla a estas nuevas interacciones impulsadas por IA. En la práctica, el asistente actúa como un intermediario que traslada de forma cifrada la información entre comprador y vendedor; según la compañía, la gestión de pedidos, cobros y logística queda en manos del comerciante. No obstante, algunos usuarios pueden mostrarse reticentes a facilitar datos de pago a un asistente conversacional. OpenAI insiste en que el propio comercio procesa la transacción y el cumplimiento, y que el asistente solo transmite la información necesaria.

Aumentan los temores en Google y Amazon

La llegada de pagos integrados en asistentes modifica quién decide qué productos aparecen en primer lugar. Históricamente, Google y Amazon han sido los puntos de entrada para las búsquedas de tiendas; si las compras se inician dentro de chats, los operadores del asistente adquieren una influencia decisiva sobre la visibilidad de productos y las tasas que se aplican a los vendedores.

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Para las marcas, la ventaja es evidente, acceso directo a clientes durante la conversación. Para los comercios pequeños, la promesa es atraer tráfico sin los altos costes de visibilidad de los buscadores web, aunque la dependencia de nuevos canales también implica nuevas reglas y comisiones. Es decir, se abre un terreno de negociación sobre quién fija las normas del mostrador virtual y qué condiciones pagan los vendedores para aparecer en él -nada nuevo, pero con actores distintos en la mesa-.

Otras novedades: controles parentales y una app social basada en vídeos generados por IA al puro estilo TikTok

Paralelamente al lanzamiento del pago en chat, OpenAI ha puesto en marcha nuevas herramientas de supervisión para menores. Los controles parentales permiten que un padre o tutor reciba una invitación y, tras aceptarla, gestione desde su cuenta opciones como horas en las que el menor no puede usar el servicio, la desactivación del modo de voz, la memoria o la generación de imágenes.

Las cuentas vinculadas a adolescentes tendrán, por defecto, una reducción de contenido gráfico y filtros sobre retos virales o roles sexuales y violentos; los padres pueden levantar estas restricciones, pero los menores no.

Además, la compañía trabaja en un sistema automatizado que detecta señales de angustia emocional y, en ciertos casos, notifica a revisores y a los padres mediante correo o SMS. OpenAI admite que no existe una alarma perfecta y que habrá falsos positivos; sin embargo, defiende alertar para permitir una intervención temprana.

En otro frente, según Wired, OpenAI prepara una app social vinculada a su próximo modelo de vídeo –Sora 2– que funcionaría con clips cortos generados por IA, sin posibilidad de subir vídeos personales desde la cámara. La aplicación se parecería en mecánica a TikTok en los vídeos verticales y limitaría la duración de los clips en sólo 10 segundos, además de incorporar herramientas de verificación de identidad y opciones para que los usuarios consientan el uso de su imagen en creaciones ajenas.

¿Tiene sentido una red social compuesta exclusivamente por vídeos generados por inteligencia artificial? Pueden resultar llamativos y servir para matar el rato, pero su aportación práctica al usuario es limitada: parecen diseñados sobre todo para perfeccionar los modelos de OpenAI y, de paso, sacar partido a la incertidumbre en Estados Unidos alrededor de la regulación y la posible compra de TikTok.


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