Nvidia está llevando su arquitectura GPU Blackwell a los robots con la familia Jetson AGX Thor. Esta es la primera vez que los módulos para robots incorporan de serie el motor de cómputo que la compañía había reservado para cargas de trabajo masivas de IA.
En lo físico, la carta principal es la placa Jetson T5000: CPU Arm Neoverse V3AE de 14 núcleos, 128 GB de memoria y cifras de rendimiento en FP4 que alcanzan hasta 2070 TOPS con un consumo alrededor de 130 vatios. Nvidia dice que, respecto a la generación anterior Orin, hay saltos notables en rendimiento y eficiencia energética -según sus mediciones el T5000 ofrece 7,5 veces más potencia de IA y 3,5 veces más eficiencia-.
Además, a finales de otoño llegará la versión T4000, pensada para escenarios menos exigentes, con 12 núcleos y 32 GB de memoria, y un consumo sustancialmente menor. Estos módulos incorporan también la capacidad de particionar la GPU en múltiples instancias (MIG), lo que ayuda a atender simultáneamente señales de sensores, visión y control en tiempo real constantemente.
Robots humanoides con Jetson Thor
Nvidia tiene el convencimiento que la base técnica permitirá construir robots de aspecto humano aptos para usos comerciales; sin embargo, la adopción en hogares parece, por ahora, un lujo, ya que el coste del sistema Thor Blackwell llevará las primeras unidades a decenas de miles de dólares. Lo que hace pensar una adopción escalonada, primero las industrias con alto valor por tarea -como entornos peligrosos, logística y manufactura avanzada- y después dispositivos de consumo que incorporen funciones robóticas de forma gradual para bajar precios y acostumbrar a la gente a la presencia física de máquinas.
Opinión: Probablemente, la reacción pública será variada. Para algunos, un asistente doméstico con manos podría hacer tareas domésticas y asistir a personas mayores; para otros, su sola presencia resultará inquietante. Además, incluso si el coste baja con el tiempo, las primeras generaciones quedarán fuera del alcance de la mayoría, lo que generará usos industriales y comerciales antes que domésticos. Y es que la robótica ya es habitual en muchas líneas de producción; la mejora en capacidades de percepción y razonamiento físico facilita la intervención en entornos complejos o peligrosos, donde sustituir o ayudar a personas tiene sentido desde la seguridad y la productividad. En logística, por ejemplo, los vehículos autónomos y los sistemas robóticos colaborativos parecen candidatos naturales para aprovechar las nuevas tarjetas.
La compañía complementa el hardware con actualizaciones en su paquete de software para robots. Los modelos Isaac Groot para humanoides y Metropolis para visión están siendo adaptados para funcionar sobre esta nueva base. Esa mezcla de módulos de cálculo más potentes y herramientas de software acelerará el desarrollo de robots que perciban, planifiquen y actúen con mayor autonomía que los actuales sistemas.
Lo técnico y lo humano
Es importante no confundir posibilidad técnica con la inmediata adopción masiva. Tener un módulo con más TOPS y más memoria no resuelve automáticamente todos los problemas de integración, cualificación del software ni las dudas sociales.
También aparecen sobre regulación, privacidad y modelos de negocio. ¿Quién pagará el mantenimiento de robots en el hogar? ¿Qué normas regirán su seguridad? –Vitalik Buterin abordó este aspecto en su artículo– Y, claro, está la tensión entre lo imaginable en ciencia ficción y lo viable en la práctica. No es una película; es ingeniería con costos, plazos y limitaciones. Por lo que, si esto llevará a que veamos robots humanoides en comercios o domicilios depende de muchos factores.