Ripple y el banco suizo AMINA Bank han decidido estrechar lazos con un acuerdo que tiene como objetivo agilizar el movimiento de capitales entre fronteras. Esto convierte a la institución helvética, que opera bajo la estricta vigilancia de la FINMA, en el primer banco de Europa que adopta la licencia completa de pagos ofrecida por la compañía estadounidense.
Hasta ahora, mover dinero entre estos dos entornos solía ser un dolor de cabeza, cargado de lentitud y costes elevados. Con esta nueva utilidad, AMINA Bank pretende que sus clientes puedan transferir fondos y cerrar operaciones con mayor solvencia. Se trata de ganar en rapidez y transparencia, ofreciendo una vía directa para la liquidación de saldos sin los intermediarios que suelen encarecer los pagos finales.
Esta operación no surge de la nada, sino que prolonga una relación previa entre ambas partes, dado que AMINA ya ofreció soporte al activo Ripple USD (RLUSD) meses atrás.
Conexión directa entre el entorno fiduciario y el digital
Desde la perspectiva de Ripple, representada por Cassie Craddock en la región europea, esta unión funciona como una puerta de acceso para que los innovadores del sector digital entren con buen pie en la infraestructura financiera establecida.
La tecnología empleada actúa como un nexo necesario entre las cuentas bancarias estándar y la cadena de bloques, habilitando pagos fluidos tanto en RLUSD como en otras divisas estables.
La solución de pagos que ahora utiliza el banco suizo posee un alcance considerablemente amplio. Según los datos aportados, la red cubre más del noventa por ciento de los mercados de divisas que operan a diario, habiendo procesado volúmenes que superan los 95000 millones de dólares.
Esta tecnología con licencia ya se encuentra operativa en plazas tan diversas como Australia, Brasil, Dubái, México, Singapur y Estados Unidos. La incorporación de Suiza a esta lista mediante AMINA Bank ratifica la intención de establecer corredores de pago que no entiendan de horarios de oficina ni de festivos bancarios, permitiendo que el dinero fluya con la misma facilidad con la que se envía un correo electrónico.