Dicho de una manera sencilla, la música sin pérdidas alude a cualquier archivo de música digital que no ha sido sometido a un proceso de compresión que deseche datos. Aclarar que «sin pérdidas» no es sinónimo directo de «alta resolución», aunque gran parte del audio de alta resolución se presenta en esta modalidad. Tampoco se equipara forzosamente a la «calidad de CD», si bien este término comúnmente se refiere a un audio que conserva todos sus datos originales.
Además, esta cualidad de sonido no pertenece en exclusiva a ninguna compañía o servicio streaming; cualquier proveedor que decida ofrecerlo tiene la capacidad técnica para hacerlo, aunque más adelante veremos por qué algunos optan por no seguir esta senda.
Entendiendo la compresión de los archivos de audio
En un estudio, cuando el sonido se registra y se convierte en vastas secuencias de ceros y unos, los técnicos emplean métodos de digitalización que no sacrifican ningún tipo de información. Así, cada matiz sonoro se captura digitalmente con la mayor definición posible, originando una grabación digital prácticamente idéntica al original. No obstante, el audio digital sin compresión ocupa mucho un espacio de almacenamiento, por lo que casi siempre se le aplica alguna forma de compresión antes de su distribución.
La compresión disminuye el tamaño de los ficheros y, a su vez, elimina ciertos datos de sonido, causando pérdida de calidad. No obstante, hay variantes más depuradas que la mayoría de las personas no percibirían la pérdida de calidad de sonido. Este tipo de compresión reduce el tamaño del archivo sin descartar ningún dato necesario para reconstruir la grabación íntegra en tu dispositivo de escucha.
Aunque son complejos los detalles matemáticos, el sistema funciona, ¡y vaya si funciona! Eso sí, nada es gratis en esta vida: los archivos sin pérdidas son más pequeños que los audios sin comprimir, pero continúan siendo notablemente más voluminosos que sus contrapartes con pérdida, a menudo hasta cuatro veces más grandes.
Para aquellos oyentes que desean la certeza de obtener la música más fidedigna posible, la tecnología sin pérdidas justifica el mayor tamaño del archivo. La manera más sencilla de identificar el tipo de archivo es revisando su extensión en tu ordenador: si finaliza en .mp3, .aac, o .ogg, es un archivo con pérdida. Si, por el contrario, termina en .alac, .aiff, .wav, .flac u otra similar, se trata de un archivo sin pérdidas.
Fuentes y reproducción de música sin pérdidas
Dado que muchas personas consumimos música en servicios de streaming, es necesario conocer los formatos que cada uno utiliza, además de la información que presentan en sus reproductores:
Apple Music, por citar un caso, muestra un indicador cuando reproduce contenido sin pérdidas, de alta resolución o en Dolby Atmos. Si ajustas la configuración para bajar el consumo de datos, estos indicadores desaparecerán, señal de que estás utilizando compresión con pérdida.
Cada servicio musical posee su propia variante de estas etiquetas y la opción de gestionar la calidad máxima durante la transmisión. Sin embargo, no todos los proveedores lo ofrecen. Spotify, por ejemplo, ha optado por mantenerse al margen de esta tendencia, ofreciendo únicamente formatos con pérdida incluso en sus suscripciones prémium.
Requisitos para escuchar música sin pérdidas de calidad
- Asegurar una fuente de contenido que lo proporcione: ya sea un servicio de streaming, un disco CD, SACD o DVD-Audio con su respectivo lector, un Blu-ray o UHD Blu-ray con pistas de sonido en Dolby TrueHD o DTS-HD Master Audio, o archivos musicales digitales almacenados localmente en formatos sin pérdidas.
- Seguidamente, es preciso contar con un medio para reproducir dicho contenido. Las aplicaciones como Apple Music, Tidal, Amazon Music y Qobuz integran decodificadores que procesan las transmisiones sin pérdidas para su audición en teléfonos u ordenadores. Para la música en formato físico, el reproductor de CD o Blu-ray cumple esta función. Para la música almacenada localmente, se requiere un programa informático capaz de decodificarla; existen muchas aplicaciones gratuitas para Mac, PC, iPhone y Android. Una de ellas, por nombrar alguna conocida, es VLC, aunque requiere cierta configuración para que la aplicación NO comprima la música y la emita tal cual el archivo de audio.
- Finalmente, es fundamental cerciorarse de no introducir compresión con pérdida de forma involuntaria debido a la elección de auriculares, altavoces o audífonos, ya que a pesar de la comodidad de la escucha inalámbrica, incluso los dispositivos Bluetooth más costosos emplean algún tipo de compresión con pérdida al recibir la señal desde el teléfono u ordenador. Existen escasas excepciones, como el códec aptX Lossless de Qualcomm, pero incluso con él, puede ser complicado asegurarlo.
Para garantizarlo, necesitarás: una conexión cableada entre el reproductor, el amplificador / receptor AV y los altavoces; altavoces inalámbricos que usen Wi-Fi y reciban una transmisión directa desde servicios como Tidal Connect, Qobuz Connect o Alexa Cast (pero no Apple AirPlay 2); un ordenador o teléfono con una toma de auriculares incorporada; o un convertidor digital a analógico (DAC) externo junto con auriculares o audífonos con cable; o auriculares compatibles con audio USB a través de USB-C. Si ya posees auriculares con cable, conéctalos a tu portátil o amplificador y ¡listo! Incluso si no tienes de dispositivos cableados, la mayoría de los auriculares inalámbricos incluyen un cable para escucha analógica. Como muchos teléfonos actuales carecen de toma de auriculares, un DAC externo será tu aliado si deseas usar tus auriculares con cable. Lo bueno es que, si no te obsesiona la compatibilidad con audio de alta resolución para audiófilos, algo tan asequible como el adaptador Lightning o USB-C a 3,5 mm de Apple (que suele costar entre 9 y 11 euros) será suficiente.
A tener en cuenta
Apple AirPlay 2, como se mencionó, aunque utilice Wi-Fi y ofrezca la comodidad de la transmisión inalámbrica, no es compatible con audio sin pérdidas, ya que convierte cualquier audio a AAC de 256 kbps antes de enviarlo al altavoz. Nadie dirá que el AAC de 256 kbps suena mal, pero no es equiparable a, por ejemplo, un FLAC de 1411 kbps.
Otro error común es convertir un archivo MP3 con pérdida a un formato sin pérdidas como FLAC o WAV, ya que la conversión no restaura la información perdida; simplemente se crea un archivo más grande que sigue conteniendo la misma información limitada que el MP3 original.
Y, para terminar, Dolby Atmos Music puede parecer una contradicción. Aunque se promociona como una forma inmersiva de disfrutar la música, si lo escuchas mediante los servicios de streaming que lo soportan (Apple Music, Tidal y Amazon Music), estás recibiendo audio con pérdida. La razón es similar a la de Spotify para no ofrecer estéreo sin pérdidas: Dolby Atmos sin pérdidas requiere archivos de gran tamaño, lo que aumenta las exigencias de ancho de banda y los costes para los servicios. Por ello, utilizan Dolby Digital Plus (con pérdida) en lugar de Dolby TrueHD (sin pérdidas). Es improbable que te quejes de la calidad, pero si tienes la ocasión de escuchar Dolby Atmos sin pérdidas–disponible en descarga digital o Blu-ray con TrueHD–, es probable que aprecies una mejora.