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Optimus, el robot humanoide, es la esperanza de Tesla ante la bajada de ventas

Tesla registra una caída global en sus ventas que ha saltar las alarmas entre analistas y compradores. La presión es debida a la competencia de fabricantes chinos y el aumento de malestar por las polémicas públicas de su CEO, Elon Musk. Sin embargo, Musk asegura que existen vías para revertir la tendencia; apuesta fuerte por su robot humanoide Optimus, afirmando que podría llegar a representar alrededor del 80% del valor de la compañía a largo plazo.

Plan Maestro Parte IV

Esa afirmación llegó acompañada por lo que la firma denomina su “Plan Maestro Parte IV”, un documento público que sitúa la robótica y la inteligencia artificial como pilares de una nueva etapa.

Optimus sigue en fase de desarrollo, su prototipo ha mostrado capacidades prometedoras, pero convertir esas pruebas en una presencia cotidiana en fábricas o hogares es una tarea de larga duración.

Musk imagina miles de unidades trabajando codo con codo con operarios en plantas de producción y, en un registro más ambicioso, desempeñando labores domésticas que van desde tareas repetitivas hasta compañía personal. Aunque para muchos la idea suena a ciencia ficción, la compañía ya plantea un precio orientativo -cuando la fabricación sea masiva- de entre 20000 y 30000 dólares, una cifra que podría dificultar su adopción.

Competencia, plazo y realidad técnica

El recorrido de Optimus no estará exento de obstáculos técnicos ni de rivalidad intensa. Empresas como Boston Dynamics, Unitree, Figure y Robotera han mostrado robots con impresionantes maniobras, lo que obliga a Tesla a demostrar que su propuesta no es solo una promesa mediática.

Además, convertir un prototipo en un dispositivo fiable para tareas industriales o domésticas exige avances en hardware, software y seguridad, como ya comenté ayer en la arquitectura Jetson Thor de Nvidia; hablamos de calibrar sensores, garantizar robustez mecánica y desarrollar algoritmos que respondan sin errores en escenarios reales.

A esto se suma la cuestión pública. La compañía necesita recuperar o mantener confianza en mercados sensibles a la conducta de sus líderes.


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